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El Frente Primero probablemente no sea la única fracción que se niegue a dejar las armas y el dinero.
El 23 de junio fue un día histórico para Colombia. Ese día se firmó el acuerdo para ponerle fin a la existencia de la guerrilla de las FARC y terminar la guerra que había azotado al país por más de cincuenta años.
Probablemente no será la única fracción que se niegue a la desmovilización.
El gobierno colombiano y organismos internacionales planificaron el desarme de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia en 180 días. Sin embargo, una facción de las FARC se niega a dejar las armas y podría convertirse en un nuevo reto para la pacificación colombiana.
El Frente Primero de las FARC ha lanzado un comunicado informando que no se desmovilizará:
Hemos decidido no desmovilizarnos, continuaremos la lucha por la toma del poder por el pueblo y para el pueblo. Independientemente de la decisión que tomen el resto de integrantes de la organización guerrillera. Respetamos la decisión de quienes desistan de la lucha armada, dejen las armas y se reincorporen a la vida civil, no los consideramos nuestros enemigos.”
Motivaciones y tamaño
El Frente Primero es uno de los que se encargaba de entrenar y preparar tropas para la organización y de acuerdo con el Centro Nacional de Memoria Histórica, también es una de las fracciones que más dinero genera por el comercio de la cocaína y de la minería ilegal.
Este frente fue el que secuestró a Ingrid Betancourt en 2002 cuando era candidata a la presidencia y la mantuvo cautiva hasta 2008. El Frente Primero “Armando Ríos” está establecido en Guaviare, Vuapés y Guainia. Se especula que su tamaño es de entre 200 y 400 hombres, pero probablemente no será la única fracción que se niegue a la desmovilización.
Mientras el Estado Mayor de las FARC les ha prohibido usar su nombre, armas o bienes bajo ningún propósito, el presidente Juan Manuel Santos advirtió que de no acatar los acuerdos, sólo les espera “una tumba o una cárcel.”
Los acuerdos firmados en La Habana permitirán a los miembros de la FARC reincorporarse a la vida civil, tener identidad ciudadana y la posibilidad de que las FARC se conviertan en un partido político institucionalizado.